La situación de Ansu Fati en el FC Barcelona es un claro ejemplo de cómo las elevadas expectativas y la presión pueden afectar a una joven promesa. Desde sus primeros días en el club, Ansu demostró un talento excepcional, lo que le llevó a heredar el icónico número 10 de Messi. Este reconocimiento, aunque fuese un honor, también vino acompañado de una enorme carga de responsabilidad y expectativas. La presión de estar a la altura de uno de los mejores jugadores de la historia no solo es monumental, sino que también puede ser aplastante para un joven futbolista en desarrollo.El manejo de la presión y las expectativas es crucial en el desarrollo de cualquier deportista. En el caso de Ansu, la presión constante para rendir al máximo nivel probablemente ha generado un estrés significativo que ha afectado de forma directa a su rendimiento en el campo, contribuyendo a presentar un mayor riesgo de lesiones. En este sentido, las repetidas recaídas de Ansu pueden estar parcialmente vinculadas a la carga emocional que ha tenido que soportar desde sus primeros éxitos.El sentimiento de frustración y, en casos extremos, de indefensión aprendida, puede emerger cuando un jugador siente que, sin importar cuánto se esfuerce, los resultados no mejoran. En este sentido, la indefensión aprendida ocurre cuando un deportista siente que no tiene control sobre su situación, lo que puede llevar a la apatía y a una menor motivación para intentar mejorar. Ansu, al ser constantemente relegado por las lesiones y al no poder demostrar su valía en el campo, podría estar experimentando esta forma de frustración.La historia reciente de Ansu Fati en el FC Barcelona subraya la importancia de una gestión cuidadosa y compasiva de la presión y las expectativas en jóvenes promesas. Es fundamental proporcionarles el apoyo psicológico necesario para manejar el estrés, mantener su autoconfianza y evitar caer en un estado de frustración o de indefensión. Solo así podrán superar los obstáculos y alcanzar su máximo potencial en el deporte.