Cómo acompañar a un deportista tras una derrota

Publicado el 12 de febrero de 2024, 17:00

La derrota, como una sombra inesperada, se cierne sobre el corazón del deportista. Es más que un simple resultado en una competición; es una herida en la autoestima, una grieta en la autoconfianza. Es en ese preciso instante donde el mundo se reduce a un eco de preguntas: ‘¿Qué hice mal? ¿Por qué no fui suficiente? ¿Cómo puedo seguir adelante?’

 

El deportista se enfrenta a una tormenta interna. Las emociones se agitan y aparece la frustración, la tristeza, la rabia o la decepción con uno mismo. La mente repasa cada movimiento, cada decisión. ¿Y si hubiera entrenado más?, ¿Y si hubiera tomado otra decisión? La autocrítica destructiva se convierte en un enemigo silencioso.

 

En ese abismo, el acompañamiento se vuelve vital. No se trata solo de palabras reconfortantes, sino de presencia auténtica. No son necesarias las soluciones perfectas o los discursos grandilocuentes. Porque la derrota no es el fin; es un capítulo en la historia del deportista. Y en ese capítulo, el apoyo se convierte en un bálsamo sanador. Escuchar sin interrumpir, recordar los triunfos pasados u ofrecer un acompañamiento comprensivo, son gestos sutiles que pueden cambiar el rumbo del dolor de ese instante.

 

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